• El Colegio Oficial de Enfermería de Málaga habla con Celia Martí, profesora titular de la Facultad de Ciencias de la Salud, doctora en Enfermería y colegiada de Málaga para poner en relieve la importancia de la práctica deportiva para la salud y bienestar de las personas.
• Como explica la colegiada malagueña, la clave de la intervención enfermera “debería radicar, en primer lugar, en recoger la información. Hay que conocer los hábitos de la persona y ayudarla, por un lado, a entender la relación que esto tiene con sus problemas de salud y, por otro, motivarla a realizar pequeños y progresivos cambios en su día a día”.
Celia Martí García es enfermera colegiada de Málaga. Estudió Enfermería por decisión y vocación. Confiesa que le encanta escuchar a la gente y ayudar. Ha ejercido la profesión en diferentes contextos y centros de varias ciudades, pero, desde que comenzó el doctorado se ha dedicado más específicamente a la docencia y la investigación, hasta llegar a convertirse en Profesora Titular del Departamento de Enfermería en el área de salud mental.
Desde el año 2010, Martí García también es miembro del grupo de investigación CTS-436 “PATH” (Psychological and Transcultural Aspects of Health and Illness). Un equipo multidisciplinar de investigación que se centra en el estudio de los aspectos psicosociales y transculturales de la salud y la enfermedad. Entre las líneas de trabajo que llevan a cabo, fundamentalmente se encuentran la de “Estilos de vida y Salud” y la de “Motivación, salud, discapacidad y ejercicio físico”. Hoy, el Colegio habla para con ella para poner en relieve la importancia de la práctica deportiva y su influencia en la salud de las personas.
P: Se suele decir que practicar ejercicio regularmente contribuye a mantener una buena salud, pero, ¿hasta qué punto es importante?
R: Lo primero que hay que diferenciar es la actividad física del ejercicio. Se suelen usar como sinónimos y diferenciarlos puede ser importante en términos de salud.
Me explico; llevar una vida activa no tiene por qué implicar realizar un deporte específico, pero sí, mantener unos hábitos saludables alejados del sedentarismo cada vez más frecuente en nuestra población. Esta actividad física puede significar ir caminando o en bicicleta en lugar de usar un transporte motorizado como el coche o el transporte público, subir por las escaleras en lugar de por el ascensor, etc. son pequeños hábitos que nos ayudan a movilizar el cuerpo, quemar calorías y mantener nuestra salud. El ejercicio físico lo entenderíamos como una actividad planificada de intensidad y duración modulable que suele repetirse con determinada frecuencia. Por ejemplo, salir a caminar 30’ todos los días o jugar al pádel 2 veces en semana.
La importancia de ambas cuestiones es estrecha ya que una persona que se mantiene activa suele tender más a buscar actividades que le permitan ejercitarse y, la persona que se involucra en este tipo de ejercicios suele llevar una vida más actividad.
Para determinar hasta qué punto es realmente importante practicar ejercicio regularmente me remito a los datos. Existen numerosos estudios que han hallado una relación entre la práctica regular de ejercicio y la disminución de la morbimortalidad, tanto en población sana como en grupos específicos con diferentes patologías, incluyendo aquellas personas que sufren una cardiopatía, diabetes, cáncer, un trastorno mental o dolor crónico, por ejemplo. Lo importante es adaptar la actividad a las condiciones de cada persona y sus necesidades, lo cual debería estar supervisado por un profesional sanitario en el caso de aquellas personas que padezcan alguna enfermedad.
P: ¿Podría enumerar los principales beneficios de la práctica deportiva? ¿Por qué se considera que es bueno para la salud?
R: Los beneficios del ejercicio son numerosos tanto en el contexto físico como mental. Un ejercicio adaptado a las necesidades y características individuales permite mejorar la función cardiovascular, el sistema musculoesquelético y dolencias como la enfermedad inflamatoria intestinal o la artritis reumatoide entre otras. A nivel mental, se asocia que menores niveles de ansiedad y depresión.
Cuando realizamos ejercicio físico nuestro organismo libera una serie de sustancias entre las que se encuentran las endorfinas, la famosa “hormona de la felicidad”. Aparte de mejorar nuestro estado de ánimo parece estar relacionada, por ejemplo, con la prevención de las migrañas o la mejora de nuestras funciones ejecutivas, incluyendo la memoria. Curiosamente, cuando llega la época de exámenes es muy típico que el estudiantado se pegue “atracones” en sesiones maratonianas de estudio y dejen de lado ciertas actividades como el deporte. Es un tanto paradójico puesto que desconectar un rato y realizar algún deporte les ayudaría a mejorar el rendimiento durante esa época de exámenes. Además, la práctica regular mejora nuestro ciclo circadiano.
Lo fundamental es considerar que el ejercicio mejora nuestra salud más allá del beneficio físico y que es un potente aliado en la mejora de la nuestra calidad de vida.
P: La obesidad y el sedentarismo se han convertido en dos preocupantes problemas de salud pública de gran relevancia. El ejercicio físico es una forma de prevenirlo y de tratarlo. ¿Cómo interviene Enfermería en este ámbito para fomentar los hábitos de vida saludables?
R: El ritmo de vida actual y los hábitos, cada vez más sedentarios en parte por el acusado uso de dispositivos móviles, ha dado lugar a un problema de salud mundial. Es curioso que en países como Estados Unidos donde existe un elevado porcentaje de personas con problemas de obesidad (desde edades muy tempranas), ya se han identificado problemas de sobrepeso incluso en sus mascotas.
El papel de Enfermería es especialmente importante, sobre todo desde el ámbito de la atención primaria y, la educación sanitaria. Nos encontramos con profesionales en contacto estrecho y continuo con personas vulnerables que precisan modificar sus hábitos de vida e incluir la actividad física como parte de su rutina. Yo no me enfocaría tanto en el ejercicio como en el promover una vida activa. Muchas veces caemos en la trampa de soltar el discurso sobre lo que es o no saludable, aportando consejos prematuros y muy generales en un intento por educar en términos de salud. La clave debería radicar en primer lugar en recoger la información. Hay que conocer los hábitos de la persona y ayudarla, por un lado, a entender la relación que esto tiene con sus problemas de salud y, por otro, motivarla a realizar pequeños y progresivos cambios en su día a día.
Decirle a un paciente que lleva una vida sedentaria que tiene que caminar 1h al día a mí me parece una utopía que llevará al fracaso de la intervención enfermera y a la frustración del paciente. Si identificamos sus hábitos podremos ayudarle a implementar modificaciones saludables. Por ejemplo, si esa persona va todos los días a trabajar en autobús, le podemos proponer bajarse una parada antes y caminar ese pequeño trayecto. O si va en coche, que aparque un poco más lejos y siga el último trayecto caminando. Cuando las personas vemos que podemos mejorar nuestra salud con pequeños gestos y que, además, nos sentimos bien como resultado del cambio, es más probable que queramos seguir implementando esas modificaciones y, sobre todo, que se mantengan en el tiempo y se conviertan en un hábito. Su abordaje en la práctica clínica debe hacerse desde la entrevista motivacional, lo cual considero una prioridad formativa en nuestra profesión.
P: ¿A qué edades se debería empezar a practicar ejercicio?
R: El ejercicio físico es importante en todas las etapas de la vida. Los niños necesitan de la actividad física para su correcto desarrollo tanto físico como cognitivo ya que les ayuda a mejorar su psicomotricidad, propiocepción, orientación, coordinación, etc. Tanto los niños como los adolescentes son cada vez más sedentarios. Sus formas de jugar y relacionarse se han visto modificadas por la era digital. Ir al parque, por ejemplo, es una buena actividad en la que además de mejorar ciertos aspectos físicos, se trabajan las relaciones sociales con iguales. Es importante, además, que los padres y madres consideren el rol tan valioso que juegan en la adquisición de hábitos saludables de sus hijos. Es más fácil que sus hijos/as se involucren en actividades deportivas y lleven un estilo de vida activo si es algo que ven en casa. En añadido, planificar actividades deportivas en familia tiene otros muchos beneficios, especialmente a nivel emocional, ya que mejora los vínculos y conexión a la vez que aporta un entorno más seguro para el aprendizaje y desarrollo de nuevos deportes.
P: ¿Deben las personas mayores animarse a desarrollar algún tipo de actividad física? ¿Cómo influye este factor en el proceso de envejecimiento?
R: El deporte en edades más avanzadas ayuda a mantener un estado de salud óptimo. Hay que tener en cuenta que algunos de los problemas más frecuentes que surgen con la edad, como la hipertensión, la diabetes y los problemas osteoarticulares, pueden controlarse de manera más adecuada si la persona complementa su plan terapéutico con una vida activa. Además, en estas edades es más frecuente que aparezcan sentimientos de soledad, problemas de autoconcepto, etc. la práctica de deportes colectivos adaptados a las condiciones físicas de estas personas puede mejorar su salud mental.
Otros problemas que pueden aparecer como causa del envejecimiento pueden ser, por ejemplo, los problemas de tránsito intestinal, que también se ve mejorado con la realización de actividad física. Cuestiones más graves son los accidentes cerebrovasculares (ACV) y las caídas. La práctica regular de ejercicio puede ayudar a prevenir los ACV y mejoran considerablemente la recuperación de los pacientes que lo han sufrido.
En cuanto a las caídas, sabemos que causan deterioro funcional y son una de las principales causas de institucionalización y mortalidad en el adulto mayor. Hay determinados tipos de ejercicios que pueden mejorar el control del equilibrio y ayudar en la prevención de caídas.
En conclusión, el ejercicio físico debería ser parte de la rutina de las personas mayores, promoviendo un envejecimiento activo y una mayor calidad de vida.