¿Cuáles son las principales necesidades que presenta un paciente con Alzheimer? ¿Cómo deben ser los cuidados brindados por los profesionales de la Enfermería?
Con motivo del Día Mundial del Alzheimer que se conmemora este 21 de septiembre, desde la Comisión de Buenas Prácticas arrojan luz sobre estas cuestiones y ofrecen las claves para realizar una intervención enfermera adecuada en pro del bienestar del paciente.
La enfermedad de Alzheimer (EA) está definida por la OMS (Organización Mundial de la Salud) como una enfermedad neurodegenerativa cuya etiología es desconocida. Esta enfermedad representa entre el 50-75% de todos los casos de demencia.
Los diversos factores de riesgo que se relacionan con esta enfermedad son los siguientes: el sexo femenino, la edad, un bajo nivel educativo, la genética, la obesidad, el tabaquismo y la diabetes.
Aunque la evolución de la enfermedad es variable, la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones intelectuales en todos los pacientes. Los signos de alarma de la enfermedad que pueden hacernos sospechar de dicha patología son:
- Pérdidas de memoria que afectan a las capacidades en el trabajo. Dificultades para realizar las tareas familiares.
- Problemas en el lenguaje. Desorientación en el tiempo y espacio. Pobreza de juicio.
- Problemas en el pensamiento abstracto.
- Pérdida de cosas o ubicación en lugares incorrectos. Cambios en el humor y en la conducta.
- Cambios en la personalidad. Pérdida de iniciativa.
Por el momento, el tratamiento de estas enfermedades se limita al manejo de los síntomas y al uso concomitante de terapias alternativas con el objetivo de aumentar la calidad de vida tanto del paciente como del cuidador principal.
La atención a pacientes con Alzheimer requiere un abordaje multidisciplinar, en el que participarán tanto profesionales como familiares de los pacientes. También ha de ser una atención integrada que garantice un tratamiento individualizado, es decir, según cada caso por las particularidades de cada paciente (y fase de la enfermedad):
- Fase inicial y más moderada de la enfermedad, el plan de cuidados estará orientado a mantener al máximo las capacidades conservadas en el/la paciente, tanto físicas como cognitivas y de relaciones sociales. El objetivo es procurar un entorno protector para intentar con ello ralentizar el deterioro, evitar posibles accidentes, y por otra parte, proporcionar a la persona cuidadora apoyo y elementos de afrontamiento para manejar con eficacia esta situación.
- En la fase severa, el plan de cuidados estará orientado a prevenir las consecuencias de la inmovilidad y del síndrome de desuso. En esta fase merece especial atención la persona cuidadora, a la que además del adiestramiento en el cuidado, debe darse el apoyo necesario para prevenir en lo posible un cansancio en el desarrollo del rol.
- En la fase terminal, el plan de cuidados está orientado a proporcionar cuidados paliativos al/a la paciente y atención al duelo de la persona cuidadora.
Los cuidadores, destinan mucho tiempo en la atención de su familiar sin ser remunerados por ello, denominándose así cuidadores principales informales, los cuales no están exentos de repercusiones para su salud y bienestar, con el riesgo de convertirse en enfermos ocultos, pues la nueva situación hace que tengan que modificar el ritmo de su vida, generando en ellos alteraciones físicas, psicológicas y/o sociales, alcanzando valores altos de sobrecarga, lo que repercute en la alteración del binomio cuidador – enfermo.
Se considera que la intervención enfermera puede centrarse en el desarrollo de técnicas de aprendizaje de la relación enfermo-cuidador, de manejo del estrés, la transmisión de información, aportar recursos que permita un adecuado afrontamiento de la situación, talleres para que los cuidadores desarrollen habilidades en la atención de los enfermos (técnicas de movilización, posición, comunicación, estimulación) o proporcionen apoyo emocional estimulando un entorno que facilite compartir emociones, vivencias, angustias o sentimientos a través de la escucha activa. Estas actuaciones se planifican desde las consultas de enfermería de los diferentes niveles asistenciales y es así como la enfermera actúa de enlace informativo/formativo con los cuidadores de los pacientes de Alzheimer. Se ha evidenciado que las intervenciones enfermeras reducen la sobrecarga emocional, física y psicológica de familiares y cuidadores.
Desde hace algunos años en varios equipos de atención primaria se están llevando a cabo experiencias con grupos de ayuda a familiares de enfermos con demencia.
Por tanto, se debe tratar al enfermo de Alzheimer de manera biopsicosocial, atendiendo a sus necesidades de cuidado físico, psicológico y social.
Los profesionales de Enfermería ofrecen Educación para la salud a los cuidadores principales de los enfermos de Alzheimer. Esto posibilita un correcto manejo de las necesidades y un aumento de la autonomía y calidad de vida del paciente, así como una mejoría en las habilidades de comunicación.
Ana Isabel Medina
Comisión de Buenas Prácticas del Colegio Oficial de Enfermería de Málaga