• Enfermería es el pilar fundamental del cuidado, también en el ámbito de la nutrición. Su papel pasa por brindar información y educación para la salud al paciente, además de fortalecer el plan nutricional familiar, mejorando en consecuencia el bienestar y la calidad de vida de su entorno. • Hablamos con Susana Padín López, enfermera asistencial e investigadora que trabaja en la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional Universitario de Málaga para conocer más en profundidad las labores que desarrollan los profesionales de esta unidad.
P: Nombre, apellidos, trayectoria. ¿Qué significa para ti ser enfermera?
R: Cuando terminé el colegio tuve claro que quería estudiar enfermería, era una profesión que me atraía desde pequeña, dado que me permitía ayudar a las personas y eso me encantaba. Llegado el momento de la elección, no entré en la Escuela de Enfermería de Málaga, pero sí lo hice por suerte en la de Ronda porque por cosas del destino, ese año hubo un aumento de plazas.
Mi primer contrato comenzó en el Hospital de la Axarquía de Vélez Málaga, el verano de 1988, en el servicio de Medicina Interna, luego en el hospital Materno Infantil y desde hace unos 30 años en el Hospital Regional Universitario de Málaga (HRU) trabajando en diversas unidades; Cirugía General y Digestiva, Neumología y, Endocrinología y Nutrición. Siempre me he considerado una enfermera inquieta y muy comprometida, allá donde iba procuraba formarme en esa especialidad.
Desde mis inicios, siempre me he sentido muy vinculada a la investigación en cuidados, así, comencé participando en eventos científicos y posteriormente decidí formarme en metodología de investigación. Esta última formación me permitió optar a la Coordinación de Investigación de enfermería en el Hospital Regional Universitario de Málaga, puesto que lideré durante casi 4 años y que me supuso un gran desarrollo profesional y personal. La docencia también es un área que me gusta y en la que participo activamente en mi hospital, la considero fundamental para poder transmitir y actualizar conocimientos, un aspecto esencial para poder aplicar cuidados de enfermería basados en la evidencia.
Para mí, ser enfermera significa empatía, ayuda, respeto y cuidados. Poder cubrir las necesidades no solo físicas sino emocionales del paciente y cuidador es muy gratificante.
Por mi experiencia profesional, siento que las enfermeras somos las personas de confianza para el paciente, es por ello que debemos responder a sus necesidades en todos los ámbitos de la atención sanitaria siempre desde el conocimiento y la formación adecuada y actualizada según la especialidad.
P: ¿Qué te llevó a especializarte en el ámbito de la nutrición? ¿Fue casualidad del destino o motivación e interés propio?
R: La nutrición es un ámbito especializado que siempre me ha suscitado mucho interés, concretamente cuando trabajé en la unidad de Cirugía General y Digestiva, área en la que desarrollé mi trabajo durante 17 años, siendo testigo del papel tan importante que juega el estado nutricional en la evolución del paciente quirúrgico.
También hubo otro momento durante mi período en investigación, que contribuyó a aumentar aún más mi interés en la nutrición y fue el hecho de trabajar junto con la enfermera de entonces en la unidad de Nutrición en la implantación del cribado nutricional en nuestro hospital, pareciéndome un puesto fascinante. Curiosamente, pasado un tiempo me ofrecieron la oportunidad de poder continuar con esa labor, acepté e inicialmente estuve durante 2 años en la unidad de Nutrición, regresando de nuevo y permaneciendo hoy en día en la unidad de Endocrinología y Nutrición del HRU de Málaga desde hace 9 años.
Creo que, en mi caso concreto fue el destino, junto a mi motivación e interés personal.
P: Desde tu experiencia profesional como enfermera de nutrición, ¿Sabrías decirnos qué relación existe entre la alimentación y la salud?
R: La alimentación es una necesidad básica de todos los seres humanos, imprescindible para la supervivencia, y que además influye en el estado de salud ya que una correcta alimentación previene enfermedades y mejora la evolución clínica de las mismas. Una alimentación equilibrada, junto con una adecuada hidratación y ejercicio físico, se consideran pilares fundamentales para mantener la salud.
Según la evidencia científica, se ha demostrado que la ingesta de algunos alimentos y la práctica de ciertos hábitos alimentarios, pueden contribuir a la prevención o el desarrollo de enfermedades crónicas. Un importante número de estudios demuestran como disminuye la morbimortalidad de dichas enfermedades tras la mejora de factores de vida modificables. Por ejemplo, un estudio hecho en Alemania describe la posibilidad de disminuir la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes si se aplican factores de estilo de vida saludable a la vida diaria, entre los que se encuentra una alimentación saludable.
De acuerdo a los datos arrojados por la Asociación Americana del Corazón (2020), las mujeres adultas que consumieron 3 o más porciones de vegetales diarios tuvieron un 5% menos cantidad de ateroesclerosis carotídea que las mujeres que consumieron menos de 2 porciones de vegetales. Así mismo, en la prevención de la Diabetes Mellitus tipo 2 llevar a cabo intervenciones de estilo de vida como promoción de actividad física y dieta saludable, han probado ser efectivas en la reducción del riesgo de esta enfermedad. En las personas con hipertensión con alto riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, se ha estudiado que el adoptar estilos de vida saludable donde se hace hincapié en la alimentación saludable ha sido una terapia efectiva para prevenir o controlar la hipertensión.
Se conoce que la Dieta Mediterránea forma parte de un estilo de alimentación y de vida saludable caracterizada por la alta ingesta de legumbres, hortalizas, verduras, cereales, frutos secos, frutas, aceite de oliva y un consumo moderado de pescado, huevos, lácteos como queso o yogurt; así como también una disminución en el consumo de grasas animales, carnes, dulces y bollería industrial, lo cual genera un aporte apropiado en cuanto a cantidad y proporción de nutrientes y calorías, además de contribuir a la prevención de múltiples enfermedades.
Por otro lado, se ha constatado que, tras la pandemia originada por la COVID, durante el periodo de confinamiento, se ha modificado profundamente los estilos de vida de las comunidades, lo que ha tenido un impacto considerable en la salud física y mental, y en aspectos sociales y económicos.
Las enfermeras desde el principio de nuestro quehacer profesional prestamos cuidados nutricionales, con el objetivo de conseguir una correcta nutrición de la población tanto sana como enferma que atendemos tanto a nivel ambulatorio cómo intrahospitalario.
P: Las enfermeras sois especialistas en el cuidado, estando muy presentes en todos los ámbitos de atención y a lo largo de toda la vida. ¿Cuáles son las competencias que identifican y diferencian a las enfermeras expertas en alimentación y nutrición?
R: Las consultas de enfermería de Nutrición es una realidad en la mayoría de los hospitales españoles y en menos frecuencia en el ámbito de la Atención Primaria. La especialidad de enfermería experta en terapia nutricional aún no está reconocida entre las especialidades que actualmente reconoce el Ministerio de Educación entre las que se encuentran: E. Obstétrico-Ginecológica (Matrona), E. Salud Mental, E. del Trabajo, E. Geriátrica. Pediátrica, Familiar y Comunitaria y E. Médico-Quirúrgica. Quizás la forma más lógica de desarrollo de la especialidad, sería dentro de la especialización en cuidados médico-quirúrgicos y pertenecería a una capacitación específica en Endocrinología y Nutrición. Aunque sinceramente, podría pertenecer a cualquiera de las especialidades por su carácter transversal.
En este sentido, la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (ADENYD) de la que soy miembro, viene colaborando con el Consejo General de Enfermería en la definición de los estándares en relación al desempeño de la enfermería de terapia nutricional, creando grupos de trabajo y colaborando con organismos oficiales e instituciones relacionadas con la alimentación, nutrición y dietética.
Hoy en día, la enfermera de Nutrición planifica y realiza los cuidados nutricionales, potenciando la intervención tanto del paciente como de la familia en busca de la continuidad de la atención y de la toma de decisiones compartidas. Nuestras competencias implican asumir cuidados nutricionales tanto en el ámbito comunitario, hospitalario, sociosanitario y el escolar y actuar desde nuestras competencias docentes, investigadoras, asistenciales y gestoras.
Nuestro desempeño profesional comprende también la participación en el desarrollo de programas educativos tanto en el ámbito hospitalario como en el de la comunidad destinada a pacientes, familia, profesionales y estudiantes de todos los niveles.
Las enfermeras que trabajamos en unidades de Nutrición somos enfermeras generalistas con formación específica, donde además de las competencias generales comunes a todos los profesionales, disponemos de conocimientos, habilidades y actitudes que son adquiridos mediante formación o reciclaje en unidades similares, con el fin de adquirir las competencias teóricas, prácticas y técnicas necesarias para asegurar la calidad de la atención especializada en el ámbito nutricional, todo ello orientado siempre a conseguir la excelencia en cuidados.
Creo que contar con enfermeras especializadas en terapia nutricional tanto a nivel hospitalario como de Atención primaria supone una mejora en cuanto a optimización de resultados en salud, seguridad y calidad en la atención. Debemos continuar en el camino de la investigación en cuidados, y en este caso de los cuidados nutricionales, para dar respuesta a las nuevas exigencias y demandas de la población.
P: Más allá de la función asistencial, las enfermeras especialistas en nutrición cumplís con muchos otros objetivos clave. ¿Qué papel juega la educación para la salud en el ámbito de la nutrición?
R: La educación para la salud juega un papel fundamental en el ámbito de la nutrición y de manera casi constante forma parte del día a día de todas las enfermeras que formamos partes de la unidad de Endocrinología y Nutrición.
Dentro de las funciones asistenciales que realiza la enfermera de nutrición en nuestro hospital, la educación sanitaria constituye una parte importante en casi todos los procesos que atiende. Desde la consulta de enfermería de nutrición se lleva a cabo educación sanitaria sobre actividades de prevención y promoción de la salud en cualquier contacto asistencial del paciente y cuidador, además, se proporcionan cuidados nutricionales dirigidos a mejorar los hábitos alimentarios y de estilo de vida, así como actividades de seguimiento nutricional y de asesoramiento a pacientes con patologías que precisan terapias de nutrición artificial. Además de manera sistematizada estamos integrando la prescripción de ejercicio físico en las consultas de nutrición para mejorar la masa muscular. Por otro lado, a nivel hospitalario también realizamos educación sanitaria nutricional, intentamos establecer un vínculo de confianza con el paciente y le acompañamos en su proceso de enfermedad. Se trata de programas de educación y entrenamiento individualizado y adaptados a la capacidad de adquisición de conocimientos tanto del paciente como del cuidador, con los objetivos de asegurar una administración efectiva de la terapia nutricional, reducir al máximo las complicaciones y favorecer la adherencia al tratamiento nutricional, bien sea de forma oral, enteral o parenteral.
No olvidemos la importancia de la coordinación con los centros de Atención Primaria tras el alta hospitalaria de los pacientes que precisan nutrición artificial domiciliaria o terapias nutricionales específicas. La transferencia de la información relativa a los cuidados que el paciente va a precisar en el domicilio la realizamos a través de los canales adecuados entre los que se encuentra la enfermera gestora de casos como eslabón fundamental.
P: ¿Qué aspectos consideras importantes mencionar a la hora de valorar a los pacientes ingresados con respecto a la nutrición?
R: En primer lugar, considero que un tema importante y preocupante es la Desnutrición Relacionada con la Enfermedad (DRE). Estudios publicados han demostrado que la desnutrición es un problema altamente prevalente en el ambiente hospitalario, relacionado directamente con mayor riesgo de complicaciones y con mayor estancia hospitalaria, además de mayores costes económicos.
Concretamente el estudio PREDyCES® (Prevalencia de la Desnutrición y Costes Asociados en España), establece una prevalencia de desnutrición (según criterios de test de cribado NRS 2002) del 23,7%, que aumenta hasta el 37% cuando se refiere a personas mayores de 70 años, afectando fundamentalmente a pacientes con enfermedades neoplásicas (35%), del sistema cardiocirculatorio (29%) y respiratorias.
Es importante que tengamos en cuenta que todos los profesionales de la salud que participamos en los cuidados de los pacientes somos responsables de enfrentar y combatir la DRE desde los diferentes ámbitos de la atención sanitaria.
Identificar la desnutrición es fundamental para evitar o minimizar las consecuencias de mayores complicaciones en la evolución clínica de los pacientes. Las enfermeras jugamos un papel fundamental en la identificación de los pacientes en riesgo de desnutrición, mediante el cribado nutricional. Resulta imprescindible y básico que participemos en la implantación de los criterios que lo faciliten. Así, desde nuestra unidad de Nutrición de nuestro servicio, cada año ponemos en marcha nuevos procesos formativos y organizativos con la finalidad de facilitar la implantación efectiva del cribado y de la valoración nutricional en todos los pacientes.
Y en segundo lugar y me gustaría mencionar una de las líneas de investigación en la que estamos trabajando desde nuestra unidad; la Disfagia.
Aunque la disfagia está específicamente clasificada por la OMS en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, no suele incluirse en el informe de alta hospitalaria o en la historia clínica de Atención Primaria (AP), lo que disminuye la transferencia de información clínica entre los niveles asistenciales y contribuye al poco conocimiento y a la ausencia de tratamiento precoz y específico de sus complicaciones asociadas, que repercuten de forma clara en el estado de salud, calidad de vida y morbimortalidad de los pacientes que la padecen. Esta falta de registro se debe a que existe una infravaloración y por tanto infra diagnóstico debido a la falta de educación sanitaria sobre este síntoma en el personal sanitario.
A su vez como consecuencia de ello, existen prevalencias variables considerando su relación con enfermedades neurológicas, aunque según el Dr. Pere Clavé, presidente de European Society for Swallowing Disorders (ESSD), la disfagia es un síntoma que afecta a dos millones de españoles, de los cuales solo un 10 % está correctamente diagnosticado y tratado. Concretamente en los ancianos que residen de forma independiente en la comunidad, la disfagia afecta desde un 27 % y hasta un 80 % en los ancianos institucionalizados.
En un estudio que realizamos en nuestra unidad en colaboración con la Unidad de Residencias de Málaga en 2018 y en la que participaron 12 residencias, obtuvimos una prevalencia de disfagia en ancianos institucionalizados del 25,2%.
También desde hace varios años estamos realizando un proyecto para evaluar la prevalencia de disfagia orofaríngea (DO) en sujetos ingresados con ictus agudo en la Unidad de ictus/planta de Neurología de nuestro hospital. Para ello ha sido necesaria la implantación del cribado y valoración de la disfagia con la finalidad de detectarla precozmente y poner en marcha las acciones necesarias para evitar las importantes y graves complicaciones que produce, como son la deshidratación/desnutrición y broncoaspiración.