Hoy, con motivo del Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes que se celebra cada 14 de octubre, el Colegio quiere poner el foco en el lado del paciente para conocer la importante labor que desarrollan las enfermeras en el proceso de trasplante.
La profesión enfermera existe desde tiempos inmemorables, realizando un servicio imprescindible para la sociedad. Si bien es cierto que la Enfermería moderna ha evolucionado mucho, continúa desarrollando una labor esencial para la Sociedad.
Hoy, con motivo del Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes que se celebra cada 14 de octubre, el Colegio quiere poner el foco en el lado del paciente para conocer la importante labor que desarrollan las enfermeras en el proceso de trasplante. Porque siempre ponerse en el lugar del otro nos permite ver la salud de una forma distinta.
La provincia de Málaga, aprovechando esta efeméride, quiere agradecer la labor de la Enfermería en el cuidado al paciente, en la preocupación continua por él, la protección de factores riesgo, el asesoramiento y su consolidación como maestro de salud, convirtiéndose en la voz, el cuidador y defensor de las personas en el sistema de salud.
Por ello, el Colegio ha realizado una entrevista a Josefa Gómez Ruiz, presidenta de la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades Renales de Málaga (ALCER) y paciente trasplantada hace casi quince años de riñón en el Hospital Regional de Málaga; cuya experiencia y trayectoria profesional, cargada de gratitud y alegría, nos ayudará a entender la importancia que tiene el acompañamiento, el afecto y apoyo de profesionales sanitarios, familiares y entorno para la necesaria actitud de lucha y superación personal que exige todo proceso de trasplante.
La mirada del paciente
P: ¿Quién es Josefa Gómez Ruiz?
R: Me gusta definirme como una persona luchadora. Tenía apenas 10 años cuando llegó aquel diagnóstico que me obligó a sacar mi lado más luchador y tenaz: enfermedad renal crónica causada por una glomerulonefritis. Desde entonces, he pasado por muchas situaciones, circunstancias y tratamientos; más de 10 años en diálisis y tres trasplantes.
En todo este proceso, ha sido muy importante el apoyo y presencia de ALCER Málaga. Desde el principio he estado muy vinculada a ella, ya que consideraba importante acercarme a personas que presentaran necesidades similares, dar cabida a sentimientos como el apoyo, la empatía o la suma de esfuerzos. Aún recuerdo mi primer día en la asociación, una situación que mucho ha evolucionado hasta llegar a hoy en día en el que puedo sentirme orgullosa de ser presidenta de la Asociación para la Lucha contra las Enfermedades Renales de Málaga desde diciembre de 2009.
P: ¿Qué significó para ti que un día te llamaran para informarte de que había un donante para ti?
R: Es un momento intenso, especial, de emociones y sentimientos contradictorios que viven tanto pacientes como familiares y cuidadores. Te invaden todas las sensaciones a la vez en cuestión de segundos. Respiras alegría por las nuevas posibilidades, por dejar a un lado la diálisis y sus posteriores complicaciones, pero también te recorre por el cuerpo el consuelo ante ese momento que tanto has esperado. Te asalta la tristeza, incluso la culpabilidad, porque sabes que esa llamada se ha producido porque ha fallecido una persona.
Pero a la vez sientes esperanza de retomar muchos aspectos de la vida que has tenido que dejar aparcados a la espera de esa normalidad. Aunque también te acompaña el miedo habitual de enfrentarte a que algo salga mal, al desarrollo de una intervención de esta talla, con los riesgos que ello implica.
P: ¿Qué supuso para ti la presencia de profesionales de la Enfermería acompañándote durante el proceso?
R: La relación de las personas con enfermedad renal crónica con el personal de enfermería es muy especial. Cuando estás en tratamiento de diálisis, tienes que acudir al centro al menos tres veces en semana, lo que supone que tanto los/as compañeros/as, como el propio personal de enfermería se convierten en una segunda familia. Son muchas horas compartidas en las que compartimos situaciones personales, miedos, penas, alegrías… reímos y lloramos juntos, consolidando lazos que perduran en el tiempo.
La Enfermería tiene esa labor de presencia muy cercana al paciente que, aparte de brindarte la atención necesaria, se convierte en una constante fuente de información esencial. Una labor que, a pesar de ser desconocida y poco visible, resulta primordial ya que nos ayuda en gran medida a gestionar la enfermedad.
Con el tiempo, te das cuenta de la importancia de la labor de enfermería, muy especialmente en la enfermería nefrológica; una especialidad que requiere de una alta cualificación y especialización, pero a la vez de una gran carga de empatía y humanidad, indispensables en esta especialidad.
P: ¿Cómo es vivir después de un trasplante? ¿Qué papel continúan desarrollando las enfermeras para ayudarte?
R: El trasplante es un antes y un después, supone una nueva situación de libertad e independencia, una enorme mejoría de calidad de vida y, al mismo tiempo, muchas ganas de hacer cosas; de recuperar el tiempo perdido. Todo esto es lo que realmente ayuda a perder la sensación de enfermedad.
Durante todo este proceso, existe una dualidad de sentimientos encontrados que te hacen valorar aspectos como la gratitud, el altruismo o la humanidad. No puedo olvidar que el riñón que tengo dentro, y que ya es parte de mí, ha pertenecido a una persona que falleció; y por su voluntad manifestada en vida y por el consentimiento de unos familiares, que en un momento tan duro son capaces de tomar una decisión tan difícil, este gesto tan solidario y altruista hoy me permite tener una vida plena.
Por eso, valoro muy profundamente el enorme esfuerzo que ha supuesto el que yo tenga hoy un riñón y me veo en la obligación de cuidarme en un doble sentido: por mí y mi salud, pero a la vez porque ese esfuerzo de gente, que no conozco, merece que los órganos cumplan con su objetivo por muchísimo tiempo y que el esfuerzo de todos, y el mío el primero, sea preservar ese órgano.
A la vida siempre hay que encontrarle la parte positiva, exprimirla al máximo y vivirla intensamente, ya que como decía un eslogan de una campaña a favor de la donación “la vida vívela, pero luego dónala”.
P: ¿Qué mensaje le mandarías al equipo de Enfermería que te acompañó durante el trasplante?
R: Todo se resumiría en un enorme GRACIAS a todo el personal de enfermería que me ha acompañado en mi proceso con la enfermedad renal, tanto en diálisis como en trasplante. Son mi segunda familia donde he encontrado comprensión, apoyo y mucho cariño.
Durante toda mi vida he conocido grandísimas profesionales, y hablo en femenino porque en su mayoría son mujeres, que me han enseñado que la cualificación profesional es importantísima, pero no hay que descuidar aspectos como la empatía, la humanidad, el cariño… Son factores muy importantes que van acompañados de algo tan importante, para la profesión de enfermería, como es la vocación. Y es que, en la Enfermería, el desarrollo profesional es tan importante como la voluntad de cuidar, curar, acompañar y escuchar.
P: Y, por último, ¿Qué le dirías a una persona que esté valorando inscribirse como donante?
R: DONAR es AMAR. El acto de la Donación es la mayor muestra de Amor que se puede hacer, es un acto altruista, anónimo, donde no recibes nada a cambio ni sabes a quiénes se dirigen tus órganos y, sin embargo, lo único de lo que estás seguro es que quien los recibe estará eternamente agradecido, porque le ha dado el regalo de la vida.
A lo largo de mi vida he recibido tres trasplantes. El primero me duró horas, tras perderlo por un problema de trombosis, el segundo quince años y este tercero ya lleva conmigo catorce años. Es inevitable acordarme cada día de las tres personas que me dieron la posibilidad de disfrutar de cada día con fuerza y energía, personas que nunca he conocido y, sin embargo, son una parte muy importante en mi vida; son parte de mí.
Así que, si alguien está pensando en ser donante de órganos que no lo dude, porque en cierto modo, supone una ampliación de la vida, ya que, cuando por desgracia perdamos la vida, podemos ayudar a que otras personas prolonguen la suya.