La Enfermería pediátrica se encarga, entre muchas otras labores, de cuidar y controlar las diferentes facetas del crecimiento saludable, promoción de hábitos sanos, prevención de enfermedades o estrategia de educación para la salud. “Nuestro papel se basa en el interés por el desarrollo de los cuidados y prevenciones que la salud de un niño necesita con el fin de asegurar su bienestar” explica Isabel Mora, enfermera especialista en Pediatría que desarrolla su labor como una de las Supervisoras de Enfermería en la Unidad de Neonatología del Hospital Regional de Málaga.
La enfermera de Pediatría se encarga de la prevención, cuidados y promoción de salud en la población infantil y adolescente. Una figura que asume la importante labor de proveer cuidados a los más pequeños y pequeñas de cada hogar con objeto de proteger, mantener y promover hábitos saludables en las familias, garantizando el bienestar físico, emocional y social del menor.
La comunicación con el paciente es muy importante en todos los ámbitos de la salud, pero este aspecto cobra especial relevancia cuando hablamos de pacientes infantiles. Para Isabel Mora, enfermera especialista en Pediatría y una de las Supervisoras de Enfermería de la Unidad de Neonatología del Hospital Regional de Málaga, es imprescindible que la enfermera pediátrica presente una serie de habilidades sociales, innatas e imprescindibles para tratar a este tipo de pacientes. “Siempre debemos tratarlos con amabilidad, serenidad, paciencia, dulzura, profesionalidad, y empatía” explica.
Funciones
Es difícil enumerar todas las funciones de la enfermera pediátrica, pero sin duda hay una serie de funciones que se convierten en el eje principal de todas ellas. “La enfermera pediátrica ha de defender los derechos de la infancia y adolescencia, fomentar la calidad asistencial y seguridad de la población infantil y adolescente a través de unos cuidados basados en la evidencia, además de desarrollar proyectos educativos en materia de salud dirigidos a esta población, a la familia y a la comunidad y valorar y prestar cuidados integrales seguros al niño, al adolescente y a su familia con un proceso de enfermedad, para ayudar en el óptimo restablecimiento de la salud e identificar, intervenir y/o derivar ante las posibles complicaciones, participando en la toma de decisiones del equipo multidisciplinar” desarrolla la enfermera especialista.
En añadido, la población pediátrica presenta diferencias y características que hacen que su atención y cuidado precisen de una especialización como la que ofrece la enfermería pediátrica. “Damos esos cuidados en diferentes etapas del desarrollo del niño por lo que hemos de tener esos conocimientos y adaptar los cuidados a sus particularidades. Por todo ello es fácil de entender que, hablando de salud, donde haya un niño debe haber una enfermera pediátrica. Como siempre dice mi compañero José Manuel Gordillo, cuidar a niños no es cuidar a adultos en pequeñito” recuerda Isabel.
Para esta supervisora del Hospital Regional, una enfermera pediátrica debe ser puramente vocacional. “Trabajar con niños no es fácil, entras en una negociación constante, son desconfiados, tienen miedo, y has que ser capaz de entrar en su círculo de confianza para poder acercarte a ellos. Eso no es fácil, y precisa de mucha serenidad, paciencia, amabilidad y tiempo”.
Trabajar con la familia
La enfermera los acompaña, ofrece información para solventar sus dudas y se convierte en el punto de apoyo a la hora de cuidar a sus hijos/as. Trabajan desde la cercanía, la ayuda, el cariño, al fin y al cabo, somos el soporte y contacto de referencia de pacientes y familiares. “La familia es parte fundamental del proceso de salud por el que atraviese el niño o adolescente. El concepto de atención centrada en la familia está presente en nuestro ámbito asistencial, garantizando que la atención se planifica en torno a la familia y no solo al niño de forma individual, reconociendo a todos los miembros de la familia como receptores de la atención”.
Para esta enfermera colegiada, la parte más dura siempre es acompañar al final de la vida a pacientes pediátricos. “Es inevitable ponerse en su lugar y pensar que podría ser tu hijo/a, tu sobrino/a, etc. Acompañar en esos momentos de dolor es muy duro, pero hemos de formarnos para garantizar también en esos momentos unos cuidados de calidad” resalta la sanitaria.
No obstante, Isabel asegura que no hay una sensación igual a la gratitud que se siente después de un trabajo bien hecho. “No solo me refiero a la realización de una técnica, sino a la esencia de la enfermería, acompañar, cuidar y consolar. Pero la sonrisa de un niño o la expresión de gratitud de unos padres cuando te agradecen tu buen hacer acompañándolos son indescriptibles” prosigue.
Gracias a su enfoque holístico de los cuidados, las enfermeras están bien preparadas para realizar intervenciones en materia de comportamientos y estilos de vida teniendo en cuenta los determinantes sociales de la salud y aprovechando los puntos fuertes y los recursos de la persona y su comunidad. “No podemos olvidar el grado de especialización que se precisa para atender a esta población ya que en muchos de los casos precisan cuidados milimétricos con la necesidad de tener unas competencias muy definidas y específicas que no tienen nada que ver con las competencias que adquirimos durante nuestra formación generalista” declara la colegiada malagueña.
Educación para la salud
La Enfermería se implica en cada etapa del proceso vital, motivando, informando y marcando objetivos para preservar y promover la salud. “La clave es adaptarse a las diferentes etapas del desarrollo infantil y adolescente. No es lo mismo educar en salud a un niño de cinco años que a un adolescente” argumenta Mora. “Siempre intentamos hacer atractivo el tema y fomentar esa cultura de aprendizaje en salud desde un clima de confianza, con lo que el primer paso siempre será generar ese vínculo”.
Todo ello, hace evidente el compromiso de la profesión con la vida saludable y bienestar de la ciudadanía, construyendo una sociedad cada vez más responsable con su propia salud, adaptada a los tiempos actuales.
Retos pendientes
La enfermera pediátrica debe estar presente allí donde haya un niño. Esto incluye la Atención Primaria y la Salud Escolar. “En Andalucía, a diferencia de otras Comunidades Autónomas, no está reconocida la presencia de la enfermera pediátrica en atención primaria repercutiendo esto negativamente en la atención ofrecida a la población infantil y adolescente”.
La Enfermería Pediátrica en España se diferenció como especialidad en 1964 (Decreto 3524/1964, de 22 de octubre), ante el convencimiento de que los problemas de salud y las necesidades de cuidados que se presentan durante la infancia y adolescencia son muy diferentes a los que se requieren en la edad adulta. “Nuestros esfuerzos en estos momentos deben ir encaminados a visibilizar esta especialidad y la presencia de la enfermera especialista en enfermería pediátrica en todos los niveles de atención, incluyendo la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, la asistencia al niño o adolescente sano y enfermo, así como en su rehabilitación, dentro de un equipo interdisciplinar y multiprofesional” resalta Isabel.